La rendición ha llegado: Nadal sucumbe de nuevo ante Djokovic

Quizá sea el momento de admitir que Djokovic es hoy por hoy un tenista inabordable y que Nadal es un magnífico nº 2, que si no es por este tenista que surgió irreconocible durante el año 2011, llevaría ya tres GS más, lo que añadidos a sus 10 lo convertirían en historia viva. Djokovic podría haberse quedado en una promesa tipo Murray, y poco más. Pero ha mutado en un tenista irrepetible, sin comparación en la historia del tenis, porque tiene unas piernas no naturales, una técnica depuradísima y estéticamente maravillosa, un saque efectivo, un drive de la muerte y, a día de hoy, una cabeza de ingeniero del tenis que se congela a -10 grados centígrados cuando el ambiente se pone tenso. Imposible ganarle. Los números, además, salvo los sets, hablan de igualdad; sólo hay dos datos desequilibrados: Djokovic fue más efectivo en el saque (un 10% más de primeros servicios), un poco más rentable en sus juegos al resto (ganó un 10% de sus juegos al resto más que Nadal). Luego, los winners se compensan con los errores no forzados: fue mejor allí Djokovic y mejor  en esto último Nadal. El partido fue enorme por momentos, muy disputado desde el primer juego y de fuegos artificiales en algunos lances. Cuando llevábamos 11 juegos, el tiempo consumido era una hora 45 minutos y la tensión para los jugadores y para el espectador, enormes: cuando acabó el tercer juego del segundo set, de 16 minutos de duración, parecía el final del partido, tal fue el juego, el punto final y el mazazo para Nadal a la vez que el subidón que experimentó Djokovic. Pero aún estuvieron unas de dos horas más.

Nadal es un toro que no entiende de humillaciones ni de hincamientos de rodilla. Por eso el partido duró tanto y pareció tan competitivo. Pero en el fondo, el serbio mandó siempre, su actitud decidida no tuvo sombras, durante todo el partido pareció saber qué iba a ocurrir, porque el encuentro se pareció mucho a otras finales perdidas. Cedió juegos para recuperarlos enseguida, ganó los dos primeros sets a pesar del duro combate, se le fue el tercero porque ya se sabe lo que ocurre en un desempate, y ganó el cuarto cuando decidió que ya no habría más partido. La voracidad y la ansiedad de Nadal hicieron de un partido desigual un grandioso combate de tenis, pero el resultado final no anuncia tablas, sino dominio.

Así se vio al comienzo: Nadal comienza con un tenis pausado, y gana su primer juego al servicio con cierta dificultad. Luego pasa a un tenis más agresivo, y rompe el servicio de Djokovic. Aquí despierta el serbio y nacen las primeras dudas de Nadal, que se traducen en una actitud más conservadora, paso atrás en la línea de fondo, cinco primeros saques que no entran y las primeras bolas blandas y al medio que Djokovic ataca a placer, a derecha e izquierda, sin compasión y, lo que era peor, sin fallos. Resultado: seis juegos seguidos y primer set, además de un Nadal enfadado sin razón con el árbitro. El español decide entonces pasar al plan B, que debió ser el A, y aumenta la velocidad de los hechos y alarga la trayectoria de la bola. Gana así los dos primeros juegos y llega el tercero; idéntico escenario que en el primer set, y si allí perdió el 15% del partido (un 3-0 hubiera incomodado al serbio) aquí perdió el resto, porque el juego fue un espectáculo de sufrimiento, tensión, sudor y tenis, pero también una agonía para el que sacaba, porque el serbio tuvo 5 bolas de break, incapaz como era Nadal de sacar con decisión y eficacia, tragándose unos restos de Nole que le botaban en la punta de la zapatilla. Y encima lo perdió en un punto histórico, tras fallar un fácil smash que hubiera hecho estallar de júbilo al público presente. Aquí se fue el partido. Nadal decidió prolongarlo algo más, a la espera de algún desfallecimiento de un jugador que lleva 64 partidos y que algún día deberá cansarse. No ocurrió, por mucho que al final del increíble tercer set pidiera la presencia del fisio. El último set demostró la diferencia de tenis que había en el partido.

Nadal ha jugado un torneo extraordinario, pero ante Djokovic se bloqueó una vez más: no sacó bien, no fue agresivo en el primer set, que es cuando se muestra la tarjeta de presentación, y no supo contrarrestar los endemoniados restos de Nole, que parecieron golpes ganadores. Nadal busca cómo ganar a este jugador, y creo que la respuesta no es tenística sino mental. Lo único que yo corregiría es algo llamativo: ¿Por qué Nadal resta el segundo saque de Djokovic más lejos que el primero? Es algo irrelevante, pero es una metáfora de lo que ocurre entre los dos: Nadal tiende a protegerse contra Djokovic, no va a por él.

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