Djokovich, el fantasma de Nadal. Nueva victoria del jugador serbio.

El  momento de Djokovich es descomunal. Su cirugía a la hora de jugar al tenis actualmente es de una precisión al alcance de nadie. Todos esperamos que baje de los cielos y vuelva a hacerse humano (sobre todo, los partidarios de Nadal), pero entretanto, poco hay que hacer. Sólo Murray dio con alguna solución en forma de cambios de trayectoria de la bola constantes, cambios de ritmo, primer saque efectivo, puntos interminables…; y ni aún así pudo.  Por otro lado, Nadal es muy grande, y lo que lleva hecho a estas alturas del curso es de número uno.

Sin embargo, vayamos al partido, que es una realidad concreta, analizable de forma aislada. El encuentro comenzó con la atmósfera de las grandes citas, con una grada alineada a favor de uno u otro contendiente (mayoría a favor de J., aunque Nadal aquí tiene seguidores fieles). Los dos jugadores comenzaron muy pendientes de no descentrarse en los primeros juegos, sin arriesgar, jugando puntos muy largos, sin hacer nada fuera del guión. A la altura del3 a3, comenzaron ya a aparecer gestos de rabia y de victoria por ambos lados, conscientes de que el partido también había que ganarlo en la puesta en escena. Y a la que el partido se ensucia algo, sale el genio de J. Una contradiagonal físicamente imposible en el 7º juego, desató al jugador serbio, quien  en el 9º  juego rompió el servicio de Nadal tras una racha de golpes de calidad, que aventuraban que el partido se jugaría muy cerca de las líneas: quien mejor llegara a ellas sin pasarse, lo ganaría. Pero Nadal nunca acudió a esa cita.

Tras la rotura de servicio, J. cedió en intensidad y Nadal lo aprovechó para devolverle el break. En un acto de arrogancia, el serbio volvió a romperle el servicio a Nadal y remató el set con un punto mayúsculo. Si la esperanza de victoria de Nadal pasaba por ganar el primer set, tras perderlo, era el momento de dimitir. Pero Nadal no lo hizo.

En el segundo set, vimos una copia del primero, pero la intensidad se vivió desde el primer juego, sobre todo tras la rotura de servicio de Nole, quien se puso con 2-0. Y  los errores que llevaron a Nadal a perder el primero, se acentuaron, como si el destino del jugador español fuera inevitable. Nadal recuperó enseguida su servicio y empató a 2. Luego, Nadal nunca amenazó el servicio del serbio en este segundo set, y cuando tuvo 15/30 en varias ocasiones, las desperdició con un juego conservador, con fallitos irritantes, más propio todo de un jugador con miedo que del actual número 1. No soltó la derecha como en otros partidos, síntoma definitivo de que su cabeza no estaba para los momentos de angustia. Todo lo contrario que su oponente, que jugó mejor cuanto más exigente se puso el partido. Cuando tuvo que romper el servicio de Nadal, en el décimo juego, lo hizo: primero, se puso con 0/40. Desperdició las tres bolas de partido. Pero lejos de acusar este golpe, se rehizo, y a la segunda ventaja, ganó.

Nadal necesita su mejor versión para hacer frente a este increíble tenista. Desde luego, necesita la agresividad que muestra cuando juega en superficie dura. No nos puede mostrar al Nadal ultadefensivo,  que corre tras la pelota por el fondo de la pista, alejado de la fiesta del tenis que le propone su oponente, más metido enla pista. Jugaronmuchos puntos en diagonal, pero lo cierto era que, de seguir dibujando líneas imposibles con la regla, sería el serbio el que trazaría la diagonal milagrosa. No es comprensible que Nadal desdeñe la iniciativa del punto al resto colocándose (incluido ante el segundo saque) tan lejos de la línea de fondo. El mejor Nadal necesita de estos pequeños detalles para aspirar a ganar a Nole; además de que éste se haga humano.

 

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